El hombre ha sido dotado de la razón y del poder de crear, para que pueda añadir lo suyo a lo que se le ha dado.
Antón Chéjov
La innovación tecnológica y la sostenibilidad no siempre son una combinación perfecta. Hoy en día, la tecnología parece ser el vínculo entre la ciencia aplicada y las dinámicas de la sociedad que caracterizan nuestros días. El precio de este confort suele ser demasiado alto, especialmente en términos de respeto por el medio ambiente. Afortunadamente, sin embargo, hay alguien que ha entendido bien lo importante que puede ser minimizar el impacto en el ecosistema.
Green Energy Storage
, una innovadora start-up fundada en 2015 en Trento, es una de ellas.
Con un acuerdo exclusivo para Europa con la Universidad de Harvard, los investigadores de Green Energy Storage han desarrollado un sistema de almacenamiento orgánico de energía renovable basado en quinona, una molécula que se encuentra en el ruibarbo y otras plantas. Los sistemas de almacenamiento permiten utilizar de forma flexible la energía producida a partir de fuentes renovables, resolviendo el problema de las fuentes renovables intermitentes y reduciendo los costes.
Se trata, por tanto, de un modelo de negocio extremadamente ambicioso que ocupa un segmento de mercado aún por explorar pero que tiene una importancia estratégica en la transición energética.
Baste decir que la difusión de las energías renovables, como la eólica o la fotovoltaica, evita la producción de contaminantes ligados a los recursos fósiles. Sin embargo, plantea importantes problemas al sistema eléctrico relacionados con la intermitencia de estos recursos. Esto se debe a que los paneles solares no funcionan de noche, al igual que las turbinas eólicas en ausencia de viento.
Y es por eso que están trabajando en la posibilidad de almacenar la electricidad producida por estas fuentes, que luego podría ser reutilizada cuando sea necesario. De hecho, la explosión de este tipo de energía renovable en el mercado corre el riesgo de perder valor sin sistemas de almacenamiento capaces de almacenar la energía producida.
«Queremos contribuir activamente a combatir las causas que favorecen el cambio climático», afirman, «reduciendo las emisiones contaminantes sin dejar de satisfacer las necesidades energéticas de nuestros clientes actuales y futuros«.
Pero, ¿cuál es la diferencia entre esta solución y otras que ya están en el mercado?
En primer lugar, la sostenibilidad. En la base de la batería, de hecho, hay electrolitos orgánicos de quinona, elementos que se extraen fácilmente del ruibarbo y otras plantas que tienen la ventaja de ser biocompatibles y de bajo costo. Las baterías normales, en cambio, utilizan vanadio y zinc-bromo (Zn/Br), sustancias mucho más tóxicas y caras.
¿Y cuáles son las características de los sistemas de almacenamiento que Green Energy Storage ha desarrollado? Sin duda, escalabilidad, gracias a la separación de componentes de potencia y componentes de energía. Y luego, tienen un largo ciclo de vida con una escala rentable. Son seguros pero sobre todo sostenibles ya que se basan en tecnología orgánica.
Green Energy Storage es una empresa que está destinada a crecer. Baste decir que en una plataforma de crowdfunding en tan solo diez horas recaudó 500 mil euros, el objetivo máximo marcado por la oferta de equity crowdfunding en Mamacrowd. Pero eso no es todo. La compañía ha cerrado con éxito una ampliación de capital de 200.000 euros con una valoración de 12 millones de euros antes de dinero. Pequeños pasos para un gran futuro.